martes, 15 de abril de 2008

Pasión taína

El artista se convirtió en artesano en el renglón de talla de piedra, por el simple gusto de hacer replicas, en piedra, de los petroglifos que tanto admiró desde que era un niño.

Por Sandra J. Kuilan / skuilan@elnuevodia.com

Dorado - Cada persona que ve los petroglifos de figuras taínas que hay en la casa de Ángel Rafael Medina no puede evitar preguntarle de dónde los sacó o dónde los encontró.

Incluso, hay quienes, tratando de hacerle un favor, le advierten sobre las consecuencias de tener “piezas arqueológicas como esas”. Pero grande es la sorpresa cuando se enteran de que se trata de réplicas hechas por él.

¿De dónde nace tanto interés por lo taíno? Cuenta el artesano que su pasión por este arte comenzó en la escuela elemental José Nevares López, del barrio San José, en Toa Baja. “En la clase de Estudios Sociales leímos las leyendas de los taínos de Ricardo Alegría y yo jugaba a que era un indio. Me creía que era un indio”, relató.

En el 1996, comenzó a tallar un dujo en madera. Acababa de graduarse de Justicia Criminal, pero lo que siempre le llamó la atención fue la arqueología; especialmente la relacionada con la cultura taína. Entonces, sus herramientas de talla fueron un destornillador de paleta, un martillo y una hachuela.

“En el 1998, hice a Atabey exactamente igual a como lo encontraron en Utuado. Lo hice en caoba, pero luego pensé que la mejor forma de honrarlo era haciéndolo en piedra”, dijo.

Y luego de muchos años de admirar y respetar la cultura taína, Medina se convirtió en artesano en el renglón de talla de piedra, por el simple gusto de hacer replicas, en piedra, de los petroglifos que tanto admiró desde que era un niño.

Su labor comienza con mucha lectura e investigación de la figura a tallar. Trabaja rodeado de libros de historia y arqueología taína. Conoce la leyenda detrás de cada pieza que imita y habla de ellas con la seguridad de quien ha estudiando bien el tema.

La primera piedra que talló fue de un coquí taíno y se la regaló a la escuela Fernando Rosario Vázquez, de Vega Baja.

Aunque ahora trabaja sobre piedra, no ha abandonado del todo la talla en madera.
Una de sus obras más impresionantes es un pasamano que talló para su hogar. En un extremo tiene la cabeza de la serpiente emplumada seguida de otros símbolos.

Explicó que su intención fue contar, a su manera, la relación que hubo entre las culturas aborígenes de Mesoamérica con las caribeñas.

Con entusiasmo y preocupación, afirma que “en Puerto Rico la mayoría de la gente tiene un concepto equivocado de los taínos y no podemos conformarnos con lo que nos enseñan de la historia, que ha sido manipulada”.